sábado, 6 de junio de 2009

Mayo 21, 2009

Amados hermanos,
Queremos agradecerles de nuevo por sus oraciones por este ministerio.
Les escribimos porque si Dios quiere esta tarde empezaremos la alfabetización de tres de las chicas y uno de los esposos. Les rogamos que por favor oren para que ellas estén listas cuando vayamos a buscarlas. Normalmente no las iremos a buscarlas pero lo haremos esta vez por ser la primera vez. Les rogamos que oren porque la semana pasada (que es cuando supuestamente empezábamos) ellas no estaban listas y luego de esperarlas por 45 minutos, tuvimos que regresar sin ellas. Nuestra meta con esta alfabetización es más que simplemente hacer una obra social. Queremos equiparlas para que puedan leer las Escrituras, y así tengan fe. Nosotros le pedimos al Señor que nos ayude y guarde de diluir el evangelio o de olvidar nuestra meta. ¿Qué hacemos de más si sólo las ayudamos a equiparse y no mantenemos el evangelio central en nuestro enfoque?

También queremos pedirles que oren por nuestra esperanza y nuestra constancia. En estos días hemos visto cosas en ellas que nos desaniman y nos hacen dudar de si valdrá la pena. Igualmente hemos entendido mejor la situación tan desesperada en que están y cómo este proyecto es MUCHO más grande que nosotros. Mientras esperábamos a las muchachas la semana pasada, tuve la oportunidad de visitar a otra de ellas en el lugar en que viven. 4 o 5 de las chicas viven en una "casa de huéspedes" hacinadas, en un lugar que huele MUY mal y que está bastante sucio. Viven en habitaciones con 3-4 personas (sus esposos, hijitos). Habitacioncitas donde cocinan y también duermen. No tienen agua en las habitaciones. Deben buscar agua, subirlas y luego fregar. Todas esas personas comparten un solo baño. Con un musicón ALTISIMO. Ahí también se consume mucha droga. Ese es el día a día de esas muchachas y el de sus hijitos. La joven que visité tiene una niñita de 1 año y medio. Se me partió el corazón pensar que esa bebé vive en ese lugar, que ahí es q se está criando. Sin mucho espacio para moverse siquiera. Esa bebé tiene una mamá que no tiene educación, muy pocas costumbres, y que en muchas maneras no sabe ser mamá. Me entristece tanto comparar la vida de esta niñita con la de Mia y Marco, por ejemplo. Wow, el contraste es sumamente doloroso.

Por momentos hemos luchado con el deseo de salir huyendo de involucrarnos de las vidas de estas muchachas. No queremos hacer parte de nuestra vida tanta miseria y desesperanza y pobreza. Eso no es atractivo... al menos no para mi corazón. Pero entonces el Señor nos recuerda que el punto aquí es amar a Cristo más que a nuestras propias vidas. El Señor nos está haciendo morir a nuestro yo.

Cuando el misionero John Paton dejó Inglaterra para irse a vivir en las Nuevas Hébridas, alguien le dijo que correría el riesgo de morir en mano de los caníbales que habitaban en esas islas. John Paton respondió: "Nosotros morimos cuando dejamos Inglaterra." Comentando sobre esto el p. Alan Dunn dijo que los misioneros son personas que han internalizado y abrazado su propia muerte. Aunque no quiero comparar nuestro ministerio como si fuéramos misioneros a caníbales, sí he encontrado que el proceso por el cual el Señor nos está haciendo pasar, el proceso emocional y psicológico es, en parte, un poco parecido.

Mientras más nos acercamos a la vida de nuestras amigas, y hacemos nuestras sus necesidades, riesgos, aflicciones es más doloroso. Es en esos momentos en los cuales a veces queremos cerrar nuestros ojos, tapar nuestros oídos y salir corriendo en la dirección contraria; regresar a una vida donde no vivíamos en contacto con tanta miseria, donde no teníamos ninguna responsabilidad. Pero creo que entonces estaríamos huyendo como Jonás, y aún más, estaríamos despreciando el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo. Por la gracia de Dios nosotros amaremos a estas mujeres, haremos sus necesidades y desesperación nuestras necesidades y desesperación. Estamos cada vez más conscientes de los riesgos. Son mujeres peligrosas, con amigos peligrosos. Sabemos que nos arriesgamos a desvivirnos por ellas para luego no ver fruto. Nos arriesgamos a que nos desilusionen. Pero el discípulo no es mayor que su Maestro. Y si nuestro Hermano no se averguenza de nosotros, nosotros tampoco, por Su gracia, nos avergonzaremos de Su llamado.

Gracias MIL por orar. Por favor, recuerden la alfabetización de esta tarde!!
Con mucho amor en Cristo,

Aylín (por Josías, Abraham, Alejandro, Yamil, Vivian, Carmen y Rita)

Aylín Michelén

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